La industria automotriz representa en México el 3 por ciento
del Producto Interno Bruto (PIB), la generación de cientos de miles de empleos
y la creadora de un producto que está dejando a nuestro país en una bancarrota
social.
El poder
que tiene la industria del automóvil está sustentado por los aparentes
beneficios que derrama sobre los países que la acogen. México es uno de ellos,
el séptimo productor de carros a nivel mundial y cuarto exportador en
la misma escala. Para el primer semestre del 2015 se registraron 709 mil nuevos
empleos con la llegada de las marcas KIA, BMW y Daimler/Nissan al país.
Lo
que poco se presume es qué tipo de empleos son. Según la Confederación de
Trabajadores de México en una carta que entregaron al presidente Enrique Peña
Nieto en febrero de este año, el promedio de los salarios para los obreros
es de 4 mil pesos mensuales, cinco veces menos que los empleados de la
misma categoría en Estados Unidos.
Tampoco
se ha hecho una relación entre la economía generada por la producción del
automóvil y el gasto que ocasiona el uso de este producto a México.
Si
bien el 3% del PIB nacional es gracias a la industria del auto, el 1.7% se
pierde por los accidentes que ocasiona su uso en un país donde el tema de movilidad
sustentable está completamente olvidado. Desde hace cinco años distintas
organizaciones han solicitado que se incluya en el Presupuesto de Egresos de la
Federación recurso para movilidad no motorizada. Petición que hasta hoy
no ha sido escuchada y por el contrario, más del 80 por ciento del dinero
etiquetado para movilidad lo siguen destinando a infraestructura que incentiva
o incluso hace obligatorio el uso del automóvil.
En
este punto vale la pena hacer hincapié en que el problema de las externalidades
negativas del automóvil no radican en tener un auto, si no en la forma en que
se utiliza.
Seguir los pasos del tabaco
Cuando
los problemas de salud ocasionados por el consumo de tabaco se convirtieron en
un problema de salud pública para todo el país, se pusieron medidas que
desinsentivaron su consumo. En 2008 se publicó la Ley General para el Control de
Tabaco, en la que alguna de sus finalidades era proteger los derechos de los
no fumadores, instituir medidas para disminuir su consumo y también se
establecieron las bases para su publicidad y promoción.
El
tabaco es un producto que satisface a millones de personas en el mundo, pero
sus externalidades negativas son obvias para la salud, tanto de los
consumidores activos como de los pasivos. Desinsentivar su consumo es un tema
de prevención en materia de salud.
Las
externalidades negativas del uso excesivo del auto son tan obvias como las del
tabaco. Sedentarismo, estrés y accidentes viales son algunas de ellas. Y pasa
lo mismo que con el cigarro, los males los pagan tanto los consumidores activos
como los pasivos (peatones principalmente).
En
2009 se tenían registradas 5 millones de muertes por año a nivel mundial por
tabaquismo (8.8% de las muertes mundiales) según un estudio publicado por la Facultad de
Medicina de la UNAM, un año antes, la OMS publicó su informe sobre la situación mundial de la
seguridad vial donde exponían la cifra de 1.2 millones de muertes y 50
millones de heridos por incidentes viales. Sin embargo, en nuestro país no se
han tomado medidas serias para desinsentivar el uso del auto, como se hizo con
el control de consumo de tabaco.
Los traumatismos por accidentes de tránsito someten a una gran presión a los sistemas nacionales de salud, muchos de los cuales tienen niveles de recursos lamentablemente insuficientes. - Informe OMS Seguridad vial 2008.
Cuando se van restando los costos tanto al estado como a los consumidores del beneficio aparente de la industria automotriz, éste se va haciendo muy pequeño.
El punto no es prohibir el uso del automóvil, como tampoco se pohibió el consumo de tabaco con la Ley General de Control de Tabaco en el 2008, el objetivo sería regular su uso para que deje de ser excesivo y así disminuir las externalidades negativas que ocasiona.
Debería ser una obligación, incluso un requisito para obtener el distintivo de Empresa Socialmente Responsable, que cada anuncio publicitario de un automóvil advirtiera sobre las externalidades ocasionadas por su uso excesivo: estrés, sedentarismo y contaminación ambiental.
Me parece que este terreno está muy poco explorado, y que es papel de los legisladores analizar la posibilidad de seguir los pasos del caso del tabaco que tantas vidas se llevó antes de tomar cartas en el asunto.
No se trata de perjudicar a la industria automotriz, si no de proteger a quienes podrían ser sus consumidores y detener el creciente y alarmante número de muertes ocasionadas por incidentes automovilísticos.