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lunes, 30 de noviembre de 2015

Regular el uso del auto como se reguló el tabaco




 
La industria automotriz representa en México el 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), la generación de cientos de miles de empleos y la creadora de un producto que está dejando a nuestro país en una bancarrota social. 

El poder que tiene la industria del automóvil está sustentado por los aparentes beneficios que derrama sobre los países que la acogen. México es uno de ellos, el séptimo productor de carros a nivel mundial y cuarto exportador en la misma escala. Para el primer semestre del 2015 se registraron 709 mil nuevos empleos con la llegada de las marcas KIA, BMW y Daimler/Nissan al país.

Lo que poco se presume es qué tipo de empleos son. Según la Confederación de Trabajadores de México en una carta que entregaron al presidente Enrique Peña Nieto en febrero de este año, el promedio de los salarios para los obreros es de 4 mil pesos mensuales, cinco veces menos que los empleados de la misma categoría en Estados Unidos.

Tampoco se ha hecho una relación entre la economía generada por la producción del automóvil y el gasto que ocasiona el uso de este producto a México.

Si bien el 3% del PIB nacional es gracias a la industria del auto, el 1.7% se pierde por los accidentes que ocasiona su uso en un país donde el tema de movilidad sustentable está completamente olvidado. Desde hace cinco años distintas organizaciones han solicitado que se incluya en el Presupuesto de Egresos de la Federación recurso para movilidad no motorizada. Petición que hasta hoy no ha sido escuchada y por el contrario, más del 80 por ciento del dinero etiquetado para movilidad lo siguen destinando a infraestructura que incentiva o incluso hace obligatorio el uso del automóvil.

En este punto vale la pena hacer hincapié en que el problema de las externalidades negativas del automóvil no radican en tener un auto, si no en la forma en que se utiliza.
 

Seguir los pasos del tabaco

Cuando los problemas de salud ocasionados por el consumo de tabaco se convirtieron en un problema de salud pública para todo el país, se pusieron medidas que desinsentivaron su consumo. En 2008 se publicó la Ley General para el Control de Tabaco, en la que alguna de sus finalidades era proteger los derechos de los no fumadores, instituir medidas para disminuir su consumo y también se establecieron las bases para su publicidad y promoción.  

El tabaco es un producto que satisface a millones de personas en el mundo, pero sus externalidades negativas son obvias para la salud, tanto de los consumidores activos como de los pasivos. Desinsentivar su consumo es un tema de prevención en materia de salud.

Las externalidades negativas del uso excesivo del auto son tan obvias como las del tabaco. Sedentarismo, estrés y accidentes viales son algunas de ellas. Y pasa lo mismo que con el cigarro, los males los pagan tanto los consumidores activos como los pasivos (peatones principalmente). 

En 2009 se tenían registradas 5 millones de muertes por año a nivel mundial por tabaquismo (8.8% de las muertes mundiales) según un estudio publicado por la Facultad de Medicina de la UNAM, un año antes, la OMS publicó su informe sobre la situación mundial de la seguridad vial donde exponían la cifra de 1.2 millones de muertes y 50 millones de heridos por incidentes viales. Sin embargo, en nuestro país no se han tomado medidas serias para desinsentivar el uso del auto, como se hizo con el control de consumo de tabaco. 

Los traumatismos por accidentes de tránsito someten a una gran presión a los sistemas nacionales de salud, muchos de los cuales tienen niveles de recursos lamentablemente insuficientes. - Informe OMS Seguridad vial 2008.

En México los accidentes viales generan costos de 150 millones de pesos, el equivalente al 1.7% del PIB nacional, según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros.
Cuando se van restando los costos tanto al estado como a los consumidores del beneficio aparente de la industria automotriz, éste se va haciendo muy pequeño.

El punto no es prohibir el uso del automóvil, como tampoco se pohibió el consumo de tabaco con la Ley General de Control de Tabaco en el 2008, el objetivo sería regular su uso para que deje de ser excesivo y así disminuir las externalidades negativas que ocasiona.

Debería ser una obligación, incluso un requisito para obtener el distintivo de Empresa Socialmente Responsable, que cada anuncio publicitario de un automóvil advirtiera sobre las externalidades ocasionadas por su uso excesivo: estrés, sedentarismo y contaminación ambiental.  

Me parece que este terreno está muy poco explorado, y que es papel de los legisladores analizar la posibilidad de seguir los pasos del caso del tabaco que tantas vidas se llevó antes de tomar cartas en el asunto.

No se trata de perjudicar a la industria automotriz, si no de proteger a quienes podrían ser sus consumidores y detener el creciente y alarmante número de muertes ocasionadas por incidentes automovilísticos.




viernes, 21 de agosto de 2015

Vivir en la era de la bicicleta

Foto: Jaume Escofet


La bicicleta puede transcender del objeto que nos permite movernos de un punto a otro, su propia naturaleza, la geometría de las piezas que la conforman crean una analogía de la vida misma. Avanzar gracias a los ciclos, al equilibrio, pero sobre todas las cosas, al esfuerzo propio. Si te quieres mover, sólo basta con que tú mismo inicies el movimiento para comenzar a avanzar.

La era de la bicicleta no trata precisamente de moverse en una bici. Es el cambio de la era del automóvil que está caducando. Es moverse en esta vida sin tanto peso.

La era del automóvil estaba marcada por complicar cualquier intención de vida. Inclusive la de moverse. En el siglo XIX se comenzó a "industrializar la capacidad humana de movernos", como apunta Ivan Illich en su ensayo Energía y Equidad. A partir de ese entonces avanzar por la vida se llenó de trámites y gastos que ahora podemos darnos cuenta eran innecesarios.

Por ejemplo, quienes escribimos no tenemos que tocar la puerta de una editorial para que nos publique un texto y nuestras ideas le lleguen a los ojos de alguien más. Tenemos al alcance de un clic un Blogspot o un WordPress con el que podemos hacer nuestro propio medio. No hay necesidad de pagar un hotel gran turismo para poder hospedarte por unos días en una ciudad o país que no sea el tuyo, ahora descargas Airbnb y entras a la casa de un desconocido que te brinda su confianza, sus llaves y su casa entera para que vivas en ella el tiempo que necesites, por una cantidad significativamente más económica que un hotel tres estrellas.

Para aceptar un trabajo que te queda a 10 o 15 kilómetros ya no te pasa por la cabeza que DEBES pedir un préstamo para pagar un enganche para poder comenzar a pagar "la letra del auto". Tomas la bicicleta, te montas en ella y llegas. O te pides un taxi desde tu teléfono sin tener que marcar un sólo dígito (UBER, Yaxi, Easy Taxi...)

Pensar que tienes que comprarte un auto para poder moverte en cualquier ciudad, en estos tiempos sería como querer escribir este artículo con una máquina de escribir mecánica, ir a una fotocopiadora y pagarle a alguien para que lo reparta de mano en mano.

En la era de la bicicleta puedes tener un millón de "televidentes" sin haber pisado nunca Televisa Chapultepec, el Werevertumorro tiene más de 10 millones de suscriptores en su canal de Youtube y en menos de dos horas lo ven casi 200 mil personas. Quizá no sea el mismo impacto que tiene Loret de Mola, pero si estoy seguro de algo es que hoy hay más youtubers que presentadores de noticias en ambas cadenas del duopolio televisivo. 

Salir de la casa de tus papás suponía que tenías que encontrar al amor de tu vida antes de los 30 años (si no ya estabas quedado), iniciar la compra de una casa que en 30 años más podría ser tuya, encima comprarte un auto y si te gustaban los perros, conseguir uno de raza fina. En otras palabras, tenías que beneficiar a la industria de las bodas, la industria inmobiliaria, la industria automotriz y la de mascotas, antes que permitirte un sólo beneficio a ti mismo. Así se vivía en la era del automóvil.

Vivimos en la decadencia de un modo de vida insostenible. En el que teníamos que pagar por todo para quedarnos con muy poco. Y tal vez haya sido la tecnología, la apertura de nuevas formas de comunicarnos o simplemente que la situación económica ha sido peor año con año, crisis tras crisis y ya no queda mucho por hacer en el mismo camino. 

Hace un mes charlando con Pedro Bravo, autor del libro Biciosos me compartía que las crisis han sido como el subir y bajar de una pelota que cuando toca el suelo rebota, y así estuvimos alguna vez: a veces arriba y a veces tocando fondo, y concluía que ahora mismo estamos tocando el piso, pero no se percibe que vayamos a rebotar muy lejos. No si seguimos botando la pelota del mismo modo.

Nos organizamos a otro ritmo
El recién publicado Reglamento de Tránsito del DF me parece una muestra muy clara de participación ciudadana. Los grupos ciclistas alzaron la voz con propuestas claras y bien fundamentadas para que finalmente ciclistas y peatones fueran tomados en cuenta como las partes principales de este documento.

Parte de estas propuestas iniciaron comunicándose por grupos de Whatsapp, se continuaron en reuniones de café y terminaron plasmadas en el primer reglamento de tránsito hecho bajo la perspectiva de Visión Cero de Latinoamérica. Así nos organizamos en esta era.

Los candidatos independientes (Kumamoto es un excelente ejemplo) no necesitaron pagar "la caja china" a Televisa o Tv Azteca para poder ganar las elecciones. Lo hicieron a través de Twitter, Facebook y Youtube con menos de 300 mil pesos.

Algunos mueren de miedo

Igual que en la calle no falta el que te grite desde su auto "vete a un parque" o "estorbo"  cuando vas en bici, en el resto de la vida hay quienes siguen en su zona de confort viviendo la era del automóvil, temerosos a bajarse de él para hacer contacto real con la calle, con la vida y con una democracia que va más allá del voto. Seguir viviendo en "el tráfico está mortal" sin darse cuenta que son parte de él.

Los cambios causan temores, porque no se sabe qué es exactamente lo que va a venir. Muchos sentimos temor al salir por primera vez en bici. Es como sentirse desnudo y solo. Hasta que el sentido de vivir a otro ritmo, sin tanto peso y gasto para poder avanzar se apodera de ti. 

Muchos nos estamos bajando del auto para subirnos a la bici, otros están dejando la oficina y abriendo su propio negocio desde casa, compartiendo un departamento, viajando sin hotel, casándonse sin iglesias, organizándose sin partido político. Viviendo a otro ritmo, al que se mueve con el esfuerzo propio, como se mueve una bici, como comienza a moverse esta nueva era.

lunes, 4 de mayo de 2015

Si las leyes se hicieran bajo la óptica "ponte un casco"



Culpar al más vulnerable es una forma muy sencilla de darle vuelta a un problema. El caso que más cerca tenemos los que acostumbramos a movernos en bici es el del uso del casco. Pobre de aquel que sea atropellado, aventado o caiga en un bache y no lleve casco en la cabeza, porque se va directo a la hoguera de la Santa Inquisición urbana.

Desde la óptica "ponte un casco", el culpable es el más vulnerable y nunca las circunstancias que lo hacen vulnerable. Para explicar esto mejor, vamos a imaginar que todo se legislara bajo esa óptica. 


Caso 1. Mujeres golpeadas por su pareja. Si seguimos la lógica de los defensores a ultranza de los accesorios de seguridad, su opinión sería: "Luego de analizar la cantidad de casos de violencia en parejas, hemos dado un gran avance en declarar, como obligatorio, que toda mujer que sepa que su pareja es violenta, porte una careta y un protector de dientes. Por lo tanto, a partir de ahora, toda mujer que sea golpeada por su pareja y no lleve accesorios de protección, será culpable y responsable de sus lesiones".

Caso 2. Muertes por asalto a mano armada o narcobloqueos. "Tras la ola de violencia que se vive en las calles, incluyendo asaltos y narcobloqueos, a partir de hoy, todo civil que no porte un chaleco antibalas y sea alcanzado por un proyectil, será declarado culpalbe por imprudencia. Sabiendo que las calles son inseguras, es responsabilidad de los civiles, transitar en espacios públicos con el mínimo de seguirdad. Chaleco antibalas para todos".


Caso 3. Botas con casquillo para peatones. "Sabemos que las banquetas están en pésimo estado, y con el afán de proteger a todos los peatones, declaramos como obligatorio el uso de botas industriales con casquillo de acero para que ya no se lastimen el dedo gordo cada vez que se tropiecen con una banqueta chueca, un metal o un hoyo. Por un México con pies seguros, casquillo para todos".

Caso 4. Casco obligatorio para ciclistas. "En el último año han muerto muchos ciclistas en las calles, y como es de suma importancia su seguirdad, este gobierno tiene la dicha de compartirles que, a partir de hoy, todo el peso de la ley caerá sobre el ciclista que no lleve casco. No invertiremos en infraestructura ciclista ni haremos esfuerzos inútiles para reducir la velocidad de los automóviles. Haremos que los ciclistas usen la cabeza (como tumbaburros). El casco, es para todos".

La invitación es que los ciclistas que no se han cansado en hacer campaña por el uso del casco (que no está mal), entreguen sus energías en exigir soluciones de raíz: prevenir accidentes.


viernes, 30 de enero de 2015

Han sido más de 43


El 26 de septiembre del año pasado policías municipales de Iguala, Guerrero, entregaron a unos 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de la comunidad de Ayotzinapa, a un supuesto grupo de asesinos, quienes desaparecieron a los estudiantes.

Este hecho colmó el vaso de la indignación de una ciudadanía que ya está cansada del abuso y la negligencia de las autoridades en todos sus niveles. También un viernes; 14 de noviembre de este año, un autobús de transporte público arrolló a Gerardo Pedroza de 32 años, usuario del sistema de transporte individual Ecobici, matándolo al instante en el cruce vial de la Avenida Chapultepec y la calle Lieja, una intersección ejemplar de la falta de infraestructura vial y de la pobre autoridad que tienen los oficiales de tránsito en las calles de la Ciudad de México y en general de todo el país.

Estamos indignados por el descaro de las autoridades al deslindarse de los hechos que son resultado de décadas de corrupción y negligencia. El país, con justa razón, está culpando al gobierno por la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, y desde aquí también señalo a las autoridades como culpables de las 17 mil muertes anuales en accidentes de tránsito que han ocurrido en el país.

La podredumbre de las instituciones literalmente está matando a los mexicanos. Con esta taza de mortandad en dos años podríamos llenar el Estadio Azul de cadáveres de peatones, ciclistas y automovilistas. Transeúntes que todos los días salimos a la calle a una convivencia violentísima para poder satisfacer un derecho fundamental en nuestras vidas: la movilidad. Sin embargo las instituciones encargadas de proveer a las ciudades de infraestructura digna y segura para podernos mover, no reciben los recursos necesarios.

Al parecer, a los diputados y a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público sólo les interesa destinar recursos a quienes firmen contratos millonarios con las constructoras de puentes, segundos pisos y distribuidores viales, echándole más leña a la hoguera de las calles donde cada día mueren mexicanos.

 La muerte no discrimina, tanto que los accidentes de tránsito son la primera causa de muerte en niños entre 5 y 14 años según el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes. México es el séptimo país con más muertes por inseguridad vial. Un dato que indigna y que espanta, porque cualquier día podría ser uno de nosotros. La desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa dejó un hueco emocional grande el país. Y nos recuerda que han sido muchos más de 43 las personas que mueren o desaparecen todos los días en México y que duelen, en verdad duelen, indignan y enojan.

Texto publicado originalmente en Cletofilia 05.

martes, 6 de enero de 2015

5 consejos para no volverte una arrogante #LadyBike

Hay mezclas de personalidad que parecen receta de coctelería. Un clásico es la arrogancia con un toque de protagonismo o el shake de ignorancia con unas gotas de pedantería. El más reciente cóctel de este tipo mezcla los cuatro ingredientes antes mencionados y se ha dado a conocer gracias al fenomenal Facebook bajo la etiqueta #LadyBike, toda una joya que las redes sociales ya se encargaron de difundir y varios sitios web han reproducido (el video lo pueden ver abajo).

Aquí el resumen de lo sucedido:  Una chica fue a la tienda de bicis Transvision Bike (una de las más grandes en el país) a comprar un candado para su bicicleta. Le recomendaron uno marca Abus modelo Bordo 6000, de los más seguros que se pueden encontrar hasta ahora en México. Sin embargo, según cuenta ella en su cuenta de FB se lo cortaron y se robaron su bici afuera de un supermercado. Su enojo la llevó a reclamar a la tienda, y he aquí cuando el acto se convierte en una joya de chismógrafo...


Así que esta entrada tiene el propósito de dotarles del conocimiento básico (porque tampoco se necesita tanto eh...) para no convertirse en unas #LadyBike o unos #GentlemanBike.

1. Procura leer, por lo menos, un libro cada dos años, eso aumentará considerablemente tu sensibilidad y capacidades de comprensión del mundo que te rodea.

2. Ahora sí, entrados en materia y dejando el sarcasmo a un lado. No existe hasta la fecha un mecanismo de seguridad 100 por ciento inviolable. Sin embargo, entre más nivel de seguridad tenga, más difícil será de que lo abran y esto podría favorecer a que nos se roben tu bicicleta.

3.  Los niveles de seguridad están otorgados por un conjunto de normas de seguridad. Existen normas europeas y normas americanas. Las normas europeas dan el nivel de seguridad 15 a los candados más seguros (el de la #LadyBike era nivel 10).

4. Un candado es un elemento más a la seguridad de tu bici, sin embargo que exista un mercado negro que se dedica a robar bicis no es culpa ni de las tiendas de bicis ni de los candados. Otro punto más que deben tener en cuenta es saber utilizar tu candado. Aquí pueden ver un video con buenos consejos.

5. No todos los de provincia son indios, ni todos los indios son pobres. También, para estar más actualizados: eso de utilizar la palabra indio como adjetivo descalificativo ya está SÚPER FUERA DE ÉPOCA. ¿OK? Repeat after me ladybike: Estoy súper out por intentar ofender a alguien diciéndole indio... goeeeey.

jueves, 7 de agosto de 2014

¿Quién es Tom, ese que graba a los ciclistas?




Que un compañero de trabajo le invitara a la tiendita por algo de comer le cambió la forma de percibir la ciudad a este productor de televisión, fotógrafo y punk de hueso colorado. Y no fue porque saliera esa tarde con una visión de urbanista; ese día se acordó que no sabía andar en bicicleta, aunque ya era demasiado tarde para bajarse de ella.

Recuerda que la bicicleta fue un juguete más de su infancia que pronto se quedó arrumbado junto a los otros objetos que le daban diversión en esa época. En su adolescencia la bici era sinónimo de panadero, niños en el parque o ridículos en licra y casco fosforescentes.

Hace un año llegó a las oficinas de Cletofilia con una lista de fotografías, perfiles de Facebook y Twitter de una veintena de personajes involucrados en lo que podríamos llamar el “movimiento bicicletero” de la Ciudad de México. Creí que se trataba de un agente secreto del CISEN o de algún periodista que sabía hacer su trabajo.

Tomás Canchola lleva más de cuatro años como productor del programa EMCO (Especiales musicales de Central Once) en el Canal Once y 18 como fotógrafo. Sus días los divide en entrevistas con rockeros independientes, rodadas por la ciudad y algunos combates en el dojo.

Todo destino lleva un camino por recorrer y para dividir su día en estas actividades tuvo que recorrer un largo trecho que comenzó al abrir un estuche de piel que en su interior guardaba una cámara Retina Reflex de 1968, herencia de su papá, un abogado estricto y padre de carácter seco y fuerte. El aparato venía acompañado de lentes y algunos rollos. Era perfecta para sacar una tarea de la prepa.

El primer rollo que reveló le hizo sentir que era bueno para algo más que escuchar a la Polla Records o Atóxico en su cuarto o ver las tocadas en el programa Águila o Rock. Los rollos de fotografía se enredaron en su vida al mismo tiempo que encontraba su identidad en las páginas de la revista Conecte donde se enteró del Chopo, los verdaderos Punks y un DF muy particular que se le quedaría grabado en la piel... Literalmente.

La tinta de Tom

Las raíces de Tom las puedes ver en sus pantorrillas, más allá de una forma retórica. En la izquierda lleva una D y en la derecha una F. Iniciales de la ciudad que lo vio nacer y lo ha visto crecer, aunque cada año deba huir a la playa. La palmera y las olas las lleva tatuadas en la pantorrilla izquierda, a un lado de su abuelo materno. En la derecha están los símbolos que para él son más el lado de la razón. Ahí está el retrato de su papá y la ilustración de un dinosaurio a modo de explicación científica. En total son 14 los tatuajes que lleva en su piel hasta ahora.

Tríptico de un reencuentro con la bici

1.
Una bici con rueditas que la guardan en el auto familiar y la sacan al llegar al parque. Un niño que la pedalea y la devuelve al auto para regresar a casa.

2.
Encerrado en una casa en Cuernavaca, trabajando en una postproducción, su compañero le dice que vayan por un “monchis” a la tiendita más cercana. Acepta. Su compa se sube a una bici mientras señala a Tom la otra para que se suba. Obedece, monta el cuadro, toma el manubrio y se queda inmóvil mientras ve cómo su compañero se aleja, hace una pausa y regresa para preguntarle si está bien. “No sé andar en bici”.

3.
Es 2007. Está de vacaciones en Chilpancingo. Las chelas rolan todo el día en el traspatio de una fábrica abandonada donde hay una bici. Pasa todas las vacaciones intentando dar más de tres pedaladas, hasta que logra dominarla. “Ya sé andar en bici”.

Para rematar su reencuentro con la bicicleta tuvo que haber una ciudad gringa y una crisis existencial. En un viaje a Nueva York vio que la gente se movía en bicicleta y pensó que eso sería posible en el DF de sus amores. Regresó con la crisis de los 30 en los hombros, hacer algo que nunca has hecho es un paliativo para cruzar ese umbral del desequilibrio humano. Lo consiguió comprándole una BMX a un buen cuate. El cuadro llevaba calaveras y era negra. En ella iba y venía de su otro paliativo: el Karate. Todo era perfecto, hasta que se la robaron y tuvo que comprarse otra, una de montaña. Por supuesto negra.

Hoy Tom ya no me parece un agente del CISEN, y si lo es está muy cabrón. Aparece en todas las rodadas masivas, fiestas y muy regularmente en la tienda Velodrome, lugar donde dice haber sellado su pertenencia a lo que bien podríamos llamar el “movimiento bicicletero” de la Ciudad de México. Siempre con su cámara tomando fotos y levantando video. Él dice que es para un documental sobre dicho movimiento. No lo sabemos con certeza, lo único que es seguro es que Tom es un personaje que merece estar en esa lista que él mismo llevó hace un año a las oficinas de Cletofilia, y que en su cámara están todos los rostros de los que se jactan de ser ciclistas urbanos.

jueves, 31 de julio de 2014

A la orilla del Tour de France





1

En 1989 el mexicano Raúl Alcalá ganó la tercera etapa del Tour de Francia de ese año. La radio, la televisión y los periódicos mexicanos mencionaron su nombre y el de la ya mítica carrera francesa a tal grado que el eco de esa hazaña se prolongó muchos años más.

Tal vez fue así como llegó a mi el nombre Tour de France. Esta es la forma en que me he explicado como se sembró la semilla de la ronda gala a mi memoria. Luego, en mi adolescencia comencé a practicar ciclismo y cada vez que era la fecha del Tour me chutaba todo el noticiero deportivo para ver un ínfimo resumen de 20 segundos sobre la etapa del día.

Fue hasta la “era Lance Armstrong” que los canales deportivos comenzaron a transmitir las repeticiones de etapas completas y más tarde toda la etapa en vivo.  Para mi, lo único bueno que dejó Lance.

Así fue como cada año, al llegar julio se marcaba una temporada importante en mi agenda. Levantarse a las 7 am, buscar links en internet para no perderme los primeros kilómetros y a las 10 am prender la tele y poner el canal donde se transmite la etapa en vivo y con comentarios en español. Cada año, batallas llenas de adrenalina. La zona de los Alpes y de los Pirineos, las más esperadas.

2

Una declaración de amor de dos amigos fue el pretexto perfecto para poner el ojo en la mira. A principio de julio se casarían en París. La invitación vino por parte de mi novia y aunque los pronósticos y estadísticas de mi economía personal pintaban días nublados, acepté. “Vamos, y luego podemos perseguir el Tour”.

Saltar de la pantalla a las carreteras para ver el Tour es un paso mágico, pero para llegar a ello hay que hacer un plan. Busqué en internet consejos y me encontré algunas buenas páginas y un excelente video donde te dan tips para disfrutar al máximo el paso del pelotón.

Renté un carro, solicité un GPS (sumamente importante) y además compré un mapa para cruzar Francia, de París hasta la zona de los Alpes. Sin lugar a dudas las mejores etapas para ver el Tour son las de montaña, pues los ciclistas suelen ir un poco más lento en las subidas.

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Honestamente no tenía idea de lo que me esperaba. Sabía que la gente llegaba a las carreteras desde muchas horas antes o incluso dormían ahí para tener un buen lugar. ¿Pero luego qué? ¿Qué se hace?

Nuestro primer punto fue el Côte d’Echallon, a unos 10 kilómetros de Oyonnax, la meta de la etapa 11 y el inicio de la zona alpina.

Imaginen un día de campo al que llegan cientos de ciclistas en sus campers o automóviles. Bajan su bici, ruedan por la misma carretera por donde horas más tarde pasará el pelotón del Tour, terminan, se abren una cerveza o un vino y preparan unas baguettes de queso brie. Suena bien… Es como si los “pamboleros” tuvieran la oportunidad de echarse una cascarita en el estadio antes de un partido del Mundial y luego ver a los jugadores a unos centímetros de distancia… Ok, no. Esto es un poco más sofisticado.

Como siempre me dijeron “al país que fueres haz lo que vieres”, saqué la cerveza, la baguette, los quesos y luego a dar el rol. Al primero que reconocí y corrí hacia él como niño en Disneylandia fue a Dieter “Didi” Senft, el alemán que se viste de diablo cada año para perseguir a los ciclistas con su tridente. ¡Ya sentía la fiesta venir!

La caravana publicitaria que desde 1930 forma parte del Tour anuncia la víspera del pelotón. La gente se levanta de sus bancos de picnic, los niños se alistan para aventarse a recoger todo lo que avienten y lo mismo los papás y los abuelos. Todos se arremolinan a la orilla de la carretera. En seguida vienen dos, cinco, 15, 20 carros de la organización. Después las motocicletas, otras 20. Y finalmente, desde la lejanía produciendo un sonido in crescendo, el helicóptero que va transmitiendo en vivo desde las alturas. Esa es la última alarma, ahí vienen, todos ellos, los que has visto durante años en televisión, de los que sabes sus nombres y reconoces su rostros aunque lleven casco y lentes.

El singular claxon del carro insignia envolvió el ambiente, luego parecía que todo se había puesto en pausa durante una fracción de segundo y ¡pum! El pelotón comenzó a pasar, uno a uno formando una línea multicolor. Rui Costa, José Serpa, Peter Sagan, Vincenzo , “Purito”. ¡Crucé la pantalla! Dos minutos después un segundo grupo. Luego la gente comenzó a moverse. Iban hacia sus autos y otros estaban escuchando una radio portátil, festejaban: un francés había ganado. Tony Gallopin les hacía el día.  ¡Pero ahí viene uno más! Es Andrew Talansky haciendo el papel de héroe luego de una caída y salvando la etapa por escasos segundos.

Se fueron todos. ¿Fue esto un sueño?

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Para ver la siguiente etapa tenía que manejar más de tres horas, así que nos la brincamos y me dirigí hacia Le Sappey en Chartreuse, un lugar de ensueño rodeado de montañas verdes y cabañas de madera. La mañana siguiente había que estar a primera hora en el Col de Palaquit, un puerto de segunda categoría (o sea, bastante empinado).

Te cuidado con decir que eres mexicano.

La dinámica ya la había aprendido el primer día. Buscar un buen lugar para estacionar el auto, abrir la cajuela, preparar las baguettes y abrir las cervezas.  Bebiendo, sí, pero con moderación. Hasta que se me ocurrió decir a una bolita que era mexicano. Entonces no pasaron ciclistas si no licores multicolor. Y luego me subieron a la bicicleta para trepar unos metros del Col de Palaquit. ¡Ahora sí ya estaba enfiestado!

El ambiente es realmente festivo en los puertos de montaña y entre más empinado sea, más gente y más ambiente hay. Este día fue realmente intenso. Conocimos a una pareja de ingleses que eran aficionados al Team Colombia y llevaban puesto su jersey. También a otro inglés que había hecho dos rutas en bici por América del Sur y consideraba esa parte del mundo como una de sus favoritas.

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Vamos a ganar un buen lugar.

Para la etapa que culminaría en Chamrousse decidimos dormir en el auto, a la orilla de la carretera, en medio de los Alpes. Esta fue la noche más espectacular del viaje, pues el punto donde estacionamos el auto fue el Col d’Lautaret, el puerto de montaña más largo de esta edición del Tour de Francia. La carretera va serpenteando entre las montañas alpinas, dejando ver paisajes que te transportan a las fotografías más espectaculares de cualquier revista de viajes.

Durante la noche siguieron llegando más caravanas y automóviles. El cielo se convirtió en un domo de estrellas con una luz intensa. Al fondo, se escuchaba el agua que deslizaba por una pequeña cascada, producto del deshielo.

Al amanecer reiteramos que habíamos pasado la noche en un lugar majestuoso. Era nuestro último punto para ver al pelotón y sería en un marco natural inigualable.

Tras las horas de espera ya habituales para nosotros, pasaron los autos insignia, las motos, la caravana publicitaria y finalmente el helicóptero.  A lo lejos, una serpiente de colores se deslizaba sobre el asfalto. El sonido de las ruedas y las cadenas haciendo cambios de velocidad pasaron por última vez frente a mi. Se había cumplido un sueño, y el punto final de éste me lo regalaría un ciclista del Team Movistar que lanzó su ánfora justo hacia donde yo estaba. ¡Qué más podía pedir! ¡Vive Le Tour!